jueves, 20 de mayo de 2010
miércoles, 5 de mayo de 2010
Mi madre
Antes que mis hijos nacieran el temor más grande que yo tenía era el de perder a mi mamá. La niñez con mi mamá fue un poco complicada porque ella era muy joven cuando yo nací y me imagino que si yo era así como es la Trini seguramente la saqué de quicio muchas veces, así que no tengo recuerdos ultra bacanes de cuando era niña con ella, mis recuerdos van más bien por los paseos y vacaciones familiares. Lo que más me acuerdo era que cada vez que yo quería ir a dormir con mis papás porque tenía pesadillas mi mamá me tiraba un zapato por la cabeza y me echaba de la pieza, me acuerdo también que me peinaba con unos moños ultra apretados que llegue a quedar china, también que me hacia todos, pero todos, los trabajos de artes plásticas y técnico manual porque para eso sí que soy negada pero nunca me salvaba del reto de que ella era quien a última hora me tenía que hacer esas pegas y para que decir todos los retos que me lleve por el desorden de mi pieza y esos fueron hasta última hora. Cuando tenía como 19 años viví esa cuestión media mística de EJE (Encuentro de Jóvenes en el Espíritu) del cual no puedo contar aunque ya no lleve mi promesa en la muñeca ni mis pescados, la cuestión es que después de ese fin de semana como que me libere de la rebeldía de la juventud y logré ver a mi mamá como esa persona que más nos ama en el mundo, pude verla con todos sus defectos (como demorarse un año en contar cualquier anécdota) y aún así amarla por sobre todas las cosas. La relación cambio totalmente y llegué a ver en ella a mi mejor amiga, y a sus consejos los más sabios y desinteresados. Ahora cuando nacieron mis mellis no se que hubiese sido de mí sin ella, y a pesar de que manos de ayuda hubo muchas, ninguna de ellas fueron tan cálidas como las de mi madre. El terremoto afectó profundamente el alma de mi mamá, especialmente porque ninguno de sus críos y sus nietos-críos estaba con ella y las horas de incertidumbre marcaron en sus ojos esa angustia que aún no se va. Espero que sus adorados nietos, sus risas y gracias despejen la nube negra que aún tiene sobre su cabeza y que hagan volver pronto a mi mami campeona.
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