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lunes, 2 de agosto de 2010

El comodín de la suegra


Resulta que toda mi familia está a más de 100 km de la casa, no es tanto, pero al parecer para buena parte de la familia sí lo es, porque si bien al inicio anunciaron visita todos los fines de semana, ahora es re poco lo que se ven por acá. Cualquiera diría que tengo que aprovechar, pero cuando en mi caso tienes el “circulo de apoyo” harto más lejos que un par de cuadras o una micro del Transantiago igual se agradecería más visitas o vivir más cerca. La excepción a la regla es mi suegra, que viene todas las semanas. Con mi suegra nos llevamos en forma normal, o sea, para nada nos llevamos mal pero tampoco me iría de shopping con ella como otras minas que conozco. La cuestión es que gracias a sus visitas semanales he podido ir a la peluquería y estar horas, juntarme con mis amigas a tomar café en la tarde, dormir siesta de una hora de duración y la semana pasada ir a Santiago a retomar algo de mi pega y ver a otras amigas perdidas, aunque todas esas cosas las hice una vez cada una y no varias. Mi suegra es lo más cercano al jardín JUNJI que existe en mi vida. Al principio me sentía media invadida por su presencia y por toooda la comida que deja en el refrigerador, o de cómo me cambia el menú hacia la comida casera, pero ahora estoy de lo más agradecida con su presencia. Cualquiera diría que le estoy haciendo la pata a la señora porque su hija lee este blog, no están equivocados, pero en estos tiempos que me corren es bakan tener a la abuelita para que cuide a los nietos mientras yo huyo por la ruta 68.

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